Vela Zanetti

"La Robla está presente en la memoria de mi corazón y la mina es una de mis grandes pasiones"

Así lo dijo Vela Zanetti frente al mural de La mina de La Escuela de Formación profesional Virgen de Buen Suceso el 17 de septiembre del 1993, después del acto que había iniciado la celebración del primer centenario de la Hullera Vasco Leonesa. Fue precisamente esta empresa, a través de su presidente Antonio Del Valle Menéndez, quien le había encargado la realización de unos murales en diferentes espacios de los edificios del conjunto de este centro, una de las obras sociales más importantes de la sociedad minera.

El carbón junto con el carbonero y el minero son temas presentes en sus obras. Un hombre, manos, brazos, rostros llenos de fortaleza. Y es que Vela Zanetti sigue una firme concepción del trabajo y, como afirma Antonio Fernández Spencer, “Sólo después de un sólido y sostenido estudio se vuelca, con el espíritu de su trabajo incansable, sobre los muros”.

Vivió como un asceta

La Robla es la cabecera de un municipio que se extiende entre los ríos Bernesga y Torío, a 24 km de León por la carretera Nacional 630 que conduce a la vecina Asturias, comunicada igualmente por ferrocarril. Su situación permitió la implantación de la empresa minera Hullera Vasco Leonesa y como consecuencia, otras industrias. Cuenta con casi 5.000 habitantes y es núcleo central de la comarca.

Aquí, a La Robla, llegó Vela Zanetti un día de lluvia persistente, el 19 de enero de 1965, para conocer los espacios en que plasmar la obra encomendada por el Presidente de Hullera Vasco Leonesa, mientras pintaba el mural del Hotel Conde Luna de León.

El 6 de marzo de ese mismo año, se acomoda definitivamente en La Robla, en las instalaciones de La Escuela de Formación Profesional Virgen de Buen Suceso y desde este momento se fragua la idea, ejercida con plena libertad.

Este trabajo -dijo por aquel entonces- es una aventura plástica que seguramente a todo artista le gustaría emprender”.

La mayor concentración de su obra en España

Acompañado por los hermanos Del Valle (Antonio, Emilio, José y Aurelio) y de algunos salesianos, grabó en su mente los lugares que concebía de especial interés para los murales, solicitó una vida de Don Bosco, y ya instalado y rodeado de libros de pintura, tocadiscos y colores, eligió uno de los talleres destinado a Soldadura y Calderería para trabajar. Tampoco le faltaron su pipa y su tabaco de hebra, su botella de chinchón y las estufas de butano. Fue un año muy frío, lo que explica la presencia de nieve en algunas de las obras que podemos contemplar en el complejo educativo.

Vela Zanetti primero trabajó con anteproyectos, que no son más que puntos de partida, para después estudiar a su tamaño definitivo y natural, todo lo que pueda constituir un problema cuando iba al muro.

Concebida toda su obra en conjunto, no hay tanto Vela Zanetti concentrado en ningún sitio de España. Esto explica que el artista vivía y sentía con la comunidad educativa, comía y cenaba con alumnos y salesianos, compartía tiempo y charlas con los obreros de la empresa (algunos llegaron a ser amigos entrañables). Bajaba a la mina, para captar el ambiente siempre distinto de pozos, galerías, rostros y manos.